sábado, 22 de marzo de 2008

Mozart y la Musicoterapia

la influencia de la música se ha ido extendiendo por la cultura hasta convertirse en una terapia, en tanto que una persona capacitada prescribe el uso de música con el propósito de generar cambios positivos a nivel psicológico, físico, cognitivo o emocional (Music Therapy Association, 2003, citada por Hussey, 2003). Un ejemplo de investigaciones en terapia musical fue realizado con música clásica en el hospital de Saint Agnes en Baltimore, EE.UU, con pacientes en cuidado intensivo, los resultados de ésta investigación se reflejan en el informe del director de la unidad coronaria Bahr (S.F., citado por Manrique et al., 2005) quien afirma que “media hora de música produce el mismo efecto que diez miligramos de Valium”. Otros ejemplos son, por un lado, el estudio publicado en 1996 en el Journal of the Amerícan Medical Association llevado a cabo con mujeres embarazadas, en donde se concluyó que la estimulación mediante la música aumenta la liberación de endorfinas y disminuye la necesidad de medicamentos; y por otro, el estudio realizado en la Universidad del Estado de Michigan en 1993, en el que los investigadores aseguraron que escuchar música durante quince minutos aumentaba en más del 10% el nivel de interleukina (que son las proteínas que protegen a las células contra el sida y el cáncer). Al respecto, los tratamientos que han empleado la música de Mozart han sido realizados en países europeos como Gran Bretaña, por ejemplo, un estudio con 39 personas que sufren de epilepsia severa en donde por medio de la medición de sus ondas cerebrales se concluyó que la audición de la música de Mozart redujo significativamente la actividad epiléptica en 29 de estas personas. En una gran proporción de personas, la presencia de ondas epilépticas disminuyó a la mitad de tiempo. A modo de pie de página, y para tener en cuenta a la hora de diseñar y desarrollar procesos terapéuticos con música, cabe señalar que al interrumpir la exposición a la música se redujeron la mayoría de los efectos favorables que se habían conseguido en el proceso (Lozano, 2002)
Recogiendo un poco, mencionados estudios corroboran, como lo asegura Atehortúa (1997), que “el sonido afecta el sistema nervioso autónomo del ser y el fin de la terapia musical es reactivar los centros cerebrales, para estimular las conductas individuales” p.348. Al mismo tiempo, la ya nombrada influencia de la música y su difundido conocimiento en la cultura se han traducido, incluso, en políticas publicas como lo es el caso de Florida, que siguiendo el ejemplo del gobernador de Georgia, empezó a distribuir gratuitamente en 1998 CD´s de música clásica a las nuevas madres y a los distintos centros educativos bajo la creencia según la cual se desarrollan un bulto de nervios que conectan los dos hemisferios cerebrales si las personas son expuestas al “Efecto Mozart” a una edad joven (Baltimore Sun, 1998, citado por Bangerter & Heath, 2004 ) o como el caso de Washington cuyos funcionarios de Inmigración informaron que se aceleraba el aprendizaje del idioma en los nuevos inmigrantes al colocar música de Mozart en las clases de inglés (Anónimo, S.F, citado por Manrique, et al., 2005).

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